lunes, 8 de febrero de 2010

La política fiscal del último año


Fuente: Día1

Por: Sandro Fuentes Abogado

Es correcto que la política social tienda a igualar las oportunidades o cuando menos disminuir la heterogeneidad de nuestro país.

No obstante, el Congreso insiste en el mecanismo tributario como supuesto, pero falaz, instrumento redistributivo, algunas veces alentado por el Poder Ejecutivo. Crea vacíos normativos o da incentivos o devoluciones de impuestos, que son, al final, una donación del Estado a unos pocos sin ninguna incidencia en la pobreza de muchos.

La reciente ley de incentivos tributarios para la sierra, y no hace falta ser agorero para saberlo, será uno más de esos intentos fallidos como lo es la Ley de la Amazonía o la de Selva, pues si bien aciertan en la intención de salvar o pulir las condiciones de heterogeneidad, fallan clamorosamente en su análisis de la realidad que pretenden cambiar. De hecho ni promueven la formalización, tampoco la interrelación de los mercados y mucho menos la asociatividad de las personas pobres pero productivas. Redundan, pues, en dar condiciones excepcionales solo para quienes ya están preparados para aprovecharlas, creando un evidente agravio comparativo.

En un Estado tan pobre como el peruano, esos esfuerzos deberían ser especialmente certeros o cuando menos muy reflexivos, para evitar que cada intento fallido no solo signifique la pérdida de recursos que son muy escasos sino también una nueva frustración de expectativas.

No se requiere acudir a Keynes o a Hicks para demostrar que en el Perú carecemos, por ahora, de fundamentos reales, tangibles y lógicos para aspirar a un Estado benefactor y, por lo tanto, bastaría el sentido común a la hora de diseñar los instrumentos del gasto social que harían posible, no ya utilizarlos adecuadamente, sino tan solo evitar el dispendio, hermano gemelo de la corrupción.

Ojalá varios congresistas entendieran esto (y también alcaldes) y pospusieran sus deseos personales o sus ansias reeleccionistas para ahorrarnos a los contribuyentes dinero que no tenemos y además el terrible espectáculo final de su labor.

Pintura de Marc Chagall

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